La nave espacial Rosetta concluyó su trabajo y aterrizó con éxito en el cometa 67P para apagarse para siempre. Es el final de una misión espacial histórica, la primera en orbitar y descender a un cometa activo.
Los últimos minutos de descenso se han seguido desde el
centro de control de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Alemania en completo
silencio, hasta que han estallado los aplausos unos instantes antes que el
responsable del control confirmase que la misión había concluido con éxito.
"Esto es todo”, ha dicho Patrick Martin, líder de la misión. “Esta es la
culminación de un éxito científico y técnico tremendo”.
De hecho, Rosetta ha debido aterrizar unos 10 minutos
pasadas las 12:30, hora peninsular española, pero la señal tarda en llegar a la
Tierra 40 minutos. Una vez toma tierra, un software detecta el impacto y
automáticamente apaga la nave sin posibilidad de volverla a encender.
Última foto de la sonda ,50 mts de aterrizar en el cometa |
Durante su descenso, la nave de la ESA ha ido enviando
detalladas imágenes del cometa, que se encuentra a más de 700 millones de
kilómetros de la Tierra. Esas imágenes son históricas: nunca un instrumento
humano había estado tan cerca de un cometa y había podido retratar la
superficie de estos cuerpos, imprescindibles para entender el origen del
Sistema Solar y posiblemente el origen de la vida.
El cometa 67P es una bola de hielo y polvo que viaja a más
de 130.000 kilómetros por hora. Su forma, con un lóbulo mayor y otro menor, es
parecida a un pato de goma. El cometa gira sobre sí mismo constantemente lo que
genera un campo gravitatorio irregular que podría arruinar el aterrizaje de una
sonda si no se tuviera en cuenta. Durante su misión, Rosetta ha caracterizado
al detalle ese campo gravitatorio para poder cumplir su destino final:
aterrizar en una fosa activa situada en el lóbulo menos, la cabeza del pato.
La mañana del 30 de septiembre del 2016 los ingenieros de la
ESA confirmaron la hora de aterrizaje con un margen de error de dos minutos y
comprobaron que su tiro había sido bastante certero. La sonda va a tomar tierra
a solo 40 metros del punto original elegido. Se trata de una zona muy cercana a
la fosa Deir-el-Medina, una de la muchas que existen en la cabeza del cometa. En
el interior de estos pozos activos, que escupen gas y polvo, se encuentra el
material original del que nació el Sistema Solar hace unos 4.500 millones de
años. Antes de morir, la sonda ha intentado analizar ese material en busca de
compuestos orgánicos que son la base de la vida tal y como la conocemos.
Los diferentes equipos que han desarrollado la misión se
unieron hoy en una retransmisión en directo desde el centro de control en
Darmstadt, Alemania. El director general de la ESA, Johann-Dietrich Wörner, y
varios ingenieros del equipo siguieron el aterrizaje desde Guadalajara, México,
donde se celebra el Congreso Internacional de Astronáutica.
Un largo viaje
El viaje de Rosetta comenzó en marzo de 2004. Despegó de la
Tierra con un cohete Ariane 5, después de dos intentos fallidos y un
aplazamiento. Rosetta iba acompañada de un módulo de descenso llamado Philae.
El objetivo de la misión era alcanzar la órbita del cometa
67P/Churyumov-Gerasimenko para estudiar su composición. El viaje de la sonda
hasta el cometa no fue directo, porque no existe un cohete de tal potencia. Por
eso, fue tomando impulso gravitatorio al acercarse a algunos planetas como la
Tierra o Marte. Rosetta tuvo que hibernar durante 31 meses porque viajaba tan
lejos del Sol que no le llegaba la suficiente radiación que la alimentase de
energía.
La misión se discutió por primera vez a finales de los años
70, pero finalmente se aprobó en 1993. La sonda está diseñada y fabricada por
un consorcio de varios países entre los que se encuentra España y cuesta 1.300
millones de euros. Su viaje ha recorrido 8.000 millones de kilómetros a través
del espacio. De ellos, 6.400 millones para alcanzar la órbita del cometa. En
agosto de 2014, después de una década de viaje, Rosetta alcanzó su objetivo y en
noviembre de 2014 Philae aterrizó en él para medir el campo magnético del
cometa y tomar muestras de los materiales de la superficie del núcleo.
Rosetta y Philae han sido las primeras en acompañar a un
cometa en su viaje hacia el Sol y posarse sobre él. Entre los aparatos
científicos de la misión está la cámara Osiris, que hizo las primeras
fotografías de un asteroride, el Stein, a 360 millones de kilómetros de la
Tierra.
Los cometas tienen especial importancia para comprender el
Sistema Solar puesto que en su interior conservan el material intacto que
existía en sus orígenes, hace 4.500 millones de años. Al contrario que la
Tierra, que ha ido cambiando por el movimiento de las placas tectónicas y los
volcanes. Uno de los hallazgos más relevantes que ha realizado Rosetta es el
descubrimiento de moléculas de oxígeno en el cometa 67/P, algo que no hubiese
sido posible con los telescopios terrestres. Otro de los descubrimientos es la
presencia de 16 compuestos orgánicos como moléculas precursoras de proteínas, de
azúcares e incluso de ADN.
Desde hoy, el cometa 67P transportará un mensaje para
civilizaciones alienígenas, pues Rosetta lleva a bordo una placa de níquel con
mensajes en 1.000 idiomas.
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