La Agencia Espacial Europea y Roscosmos, su homóloga rusa, lanzaron la misión ExoMars 2016, que pretende escribir un nuevo capítulo en la historia de la exploración del planeta rojo.y tiene como objetivo estudiar la composición gaseosa de Marte, con el fin de resolver el misterio sobre la presencia de metano y su relación con una posible actividad biológica. Además, la misión permitirá que Europa y Rusia realicen las primeras maniobras de aterrizaje y descenso en el planeta rojo gracias a la sonda Schiaparelli.
Trece años después del intento fallido de enviar un robot de
exploración a Marte, Europa se dispuso a dar un paso importante en
una nueva tentativa, esta vez junto a Rusia, para buscar indicios de vida en el
Planeta Rojo.
El centro de control lanzó, el domingo 16 de octubre del 2016, la sonda espacial a unos 175
millones de kilómetros de la Tierra para que se suelte y se pose su módulo
explorador, del tamaño de una piscina inflable, sobre la árida y fría
superficie de Marte.
Programado para llegar el 19 de octubre, el objetivo de este
módulo de corta vida es permitir la preparación de otro módulo de exploración
que investigará en Marte eventuales rastros de vida extraterrestre.
"Nuestro objetivo es demostrar que podemos alcanzar la
superficie y recabar datos", dijo el consejero de la Agencia Espacial
Europea (ESA) Mark McCaughrean de cara a las maniobras que se inician el
próximo domingo.
Bautizado Schiaparelli, el módulo de 600 kilos se separará
de la nave madre, la Trace Gas Orbiter (TGO), tras un periplo de siete meses y
496 millones de kilómetros desde la Tierra.
- Solo Estados Unidos lo ha logrado -
El módulo y su nave madre, que se colocará en órbita
alrededor de Marte para captar olores en su atmósfera a la búsqueda de gases
generados por organismos vivos, constituyen una primera etapa del proyecto
rusoeuropeo ExoMars.
La segunda, que se lanzará en 2020 tras dos años de
aplazamiento, será el robot de exploración ExoMars rover, para el cual
Schiaparelli servirá de ensayo de aterrizaje.
Menos de la mitad de los intentos de las agencias espaciales
de Estados Unidos, Rusia y Europa para aterrizar y operar un módulo en la
superficie terrestre han tenido éxito desde los años 1960.
La última vez que Europa lo intentó, el módulo de
fabricación británica Beagle 2 desapareció sin dejar rastros tras separarse de
la nave madre Mars Express, en diciembre de 2003.
Sólo Estados Unidos logró operar un explorador en la
superficie de Marte.
La búsqueda de vida en Marte, un tema que estimula la
imaginación de la humanidad desde hace mucho tiempo, es una tarea compleja,
dado el bombardeo de la superficie por rayos ultravioletas y cósmicos.
- Algo produce metano -
Los científicos piensan que los rastros de metano en la
delgada atmósfera de Marte pueden ser un indicio de que algo está sucediendo a
nivel subterráneo.
El metano no sobrevive demasiado tiempo a la acción de los
rayos ultravioletas solares, explicó McCaughrean.
"Y por esa razón, para que exista en la atmósfera
marciana, tiene que venir de algún lado. Algo está produciendo metano",
concluyó.
Una posibilidad son los volcanes subterráneos.
La otra son microbios unicelulares denominados metanógenos,
que en la Tierra existen en lugares sin oxígeno como el estómago de los
animales, donde convierten el dióxido de carbono en metano.
Se espera que con el explorador ExoMars y su taladro de dos
metros puedan hallarse explicaciones sobre el origen del metano.
Mientras tanto, las hazañas de Schiaparelli serán decisivas
para el diseño del explorador y su sistema de aterrizaje.
El módulo se separará del TGO a las 14H42 GMT el domingo, a
aproximadamente un millón de kilómetros de distancia del Planeta Rojo.
Ingresará a su atmósfera el miércoles a una altitud de 121
km y a la velocidad de 21.000 km/h.
- Maniobra de aterrizaje -
El caluroso y accidentado viaje a través de la atmósfera
llevará en total seis minutos.
Para proteger al módulo, un "aerocasco" absorberá
y disipará el calor generado por la fricción atmosférica en los primeros tres o
cuatro minutos.
Al llegar a la altitud de 11 km y la velocidad de 1.700
km/h, abrirá un paracaídas supersónico, explicó la ESA.
Cuarenta segundos después, la velocidad se reducirá a 250
km/h. Desechará la parte delantera del casco, así como la mitad trasera con el
paracaídas atado.
Schiaparelli activará entonces nueve propulsores de control
de velocidad. Se mantendrá brevemente a una altura de dos metros antes de
cortar sus motores y caer sobre la superficie.
Se espera que el impacto sea absorbido por una estructura
compresible en la parte inferior del módulo.
"Es una misión compleja", admite el directivo de
la ESA Thierry Blancquaert. "Aterrizar en Marte requiere mucha
tecnología", apostilla.
Con unos 10 minutos de retraso --el tiempo que demoran en
llegar a la Tierra las ondas de radio-- Schiaparelli enviará informaciones
sobre la temperatura, humedad, densidad y propiedades eléctricas.
Dotado de baterías sin paneles solares, el módulo tendrá una
vida de dos o tres días.
"Aunque no funcione, igual obtendremos una cantidad de
información", dijo Michel Denis, director de vuelos de ExoMars.
Una vez que se separe de Schiaparelli, el TGO cambiará de
rumbo para evitar entrar en colisión con Marte. Luego modificará la forma de su
órbita que pasará a ser circular en torno al Planeta Rojo y a partir de
principios de 2018 comenzará a analizar la atmósfera de Marte desde una altitud
de unos 400 km. En caso de que fracase la maniobra de separación el domingo, la
ESA volverá a intentarlo el lunes.
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